Gratitude: a state of mind

Todos los dias me hago el propósito de escribir, pero casi nunca lo logro. Tenía la creencia de que al terminar las quimioterapias tendría una recuperación inmediata y me dedicaría al "carpe diem" y le sacaría el máximo jugo a los dias. Pero la sorpresa ha sido que me convertí de repente en un ser somnoliento, que no siempre está en sus cabales y con un ataque de achaques diarios que me impiden muchas veces cosas tan simples como teclear, no se diga tomar una pluma y escribir. Asi es como se han acumulado una veintena de entradas en el blog que están en fase de borrador, pero que no llegan más que a un renglón mal redactado que intenta guardar la información que mi cerebro pasea y acumula diariamente. Ya encontraré una solución... mientras tanto, trataré de, por lo menos hoy, redactar esta idea simple que me ha transformado.

El cáncer de ningún modo es algo que yo tenga que agradecer, pero curiosamente me ha llevado en línea recta a conocer lo que es la gratitud. Varias veces en mi vida me han dicho malagradecida, y si bien me sentía ofendida, últimamente pude reflexionar que si lo era. No era capaz de advertir todo lo que me había sido dado, la maravilla de vida que tenia enfrente ni todo lo que ya habia disfrutado. Pero el cáncer con su impacto, me puso en un dos por tres frente a la sensación de mortalidad, y ello no es más que un par de bofetadas que lo despiertan a uno de cualquier clase de sopor en el que viva. 

Después de la tragedia del diagnóstico, pude comenzar a ver todo lo que se congregaba a mi alrededor, con la única finalidad de salvar mi vida. ¿Porqué?, me pregunté, ¿porqué alguien querría salvarme? y apartir de ahí fui comprendiendo muchas cosas. Que mi familia me amaba, que tenía amigos verdaderos aunque nuestra amistad tuviera décadas empolvada, que mi cuerpo estaba listo para dar batalla y que mi espíritu no estaba del todo vencido. 

Entendí que poseía más bienes y bondades de las que había podido enumerar antes, cuando no me daba cuenta de lo volátil que es la existencia, y asi poco a poco fui descubriendo una sensación en mi, que antes había sentido, pero brevemente, ahora podia deleitarme en ella. La gratitud. Saber que soy receptora de cariño, de amor, admiración, apoyo, ayuda, me da la oportunidad de sentirme viva, y en consecuencia, agradecida, cada vez que alguien me brinda su oración, que me dedica bendiciones, que da su tiempo, consejo y guía. Cada vez que tengo una consulta médica, que salgo y regreso a mi casa. Que disfruto la comida, el baño y las cotidianidades, me siento feliz, y cuando no, cuando el miedo o el enojo se hacen presentes, mi mente ya sabe a donde conducirme: a la gratitud. Hago presentes cinco cosas que tengo por las que agradecer,  y curiosamente, doy gracias por mi despertar, que ha sido a través de esta enfermedad, doy gracias por mi transformación,  por mi viaje de regreso a mi misma, y por mi dia a dia. Incluso por los dias oscuros, que siguen enseñándome, por quienes están, y por quienes no, y asi, de agradecimiento en agradecimiento, mi espíritu logra domar todas las otras emociones en las que a veces se aventura, pero sin estacionarse en ellas, solo en la gratitud.

Y no es un camino sencillo, ni digo que sea el mejor para todos, pero al menos para mi, es el que más me ha ayudado para combatir las oscuridades y tormentos a donde nos conduce a veces el tratamiento y afrontamiento de esta enfermedad, y por supuesto, la actitud de ser agradecida también es la via más rápida a la calma. 

Empecé a practicarla por medio de la meditación, de la mano de la terapia psicológica también con el "tarro de la felicidad", anotando cosas que me hacian feliz en el dia a dia, fui descubriendo los tesoros invisbles o a veces tambien muy palpables que la mente nos enmascara muchas veces, por que creemos que la felicidad y la dicha son escandalosas, magnificas y notables, cuando la mayor parte del tiempo, se componen de instantes, breves delicias y bendiciones durante el dia. Y conforme adquirí el hábito de notarlas, lo que brotaba natural era el agradecimiento, "gracias vida por este platillo", "gracias esposo por levantarte cada dia', "gracias por éste sol", "gracias por éstos benditos hijos", y asi cosas grandes y chiquitas fueron llenando mi tarro mental, hasta que comprendí lo afortunada que soy, y logrando este hábito no hay vuelta atrás, aunque a veces el rencor me arrase, y diga ¿porqué yo? al final, lo razono y pienso "GRACIAS, porque me pasó a mi" y yo soy capaz de soportarlo y superarlo. 




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