Fearless


Las leyes salvajes

Empañan mi huida

El estanque no para de crecer

Tanto sube el nivel

El mar,

Se derrama ahogándome

Tanto sube el nivel

El mar,

Se derrama ahogándome

Ahogándome

Sólo hay arena...

-El estanque. HDS

 Las últimas semanas me había sentido sin miedo a nada, el rush de emociones que subió con el término de las quimios me elevó hasta el cielo, anduve varios dias "high" en la creencia y sensación de que era inmortal, insensible a las nimiedades de la vida y con una disposición de espíritu para hacerlo todo. 

Pero el cuerpo es cuerpo, y no tardaría en jalar al espíritu a los sótanos del dolor, enfrentarme de nuevo al espejo, la báscula, y mostrarme que en éste nuevo mundo de la mortalidad, el que manda es él. Y asi, comenzando el tratamiento con el Letrozol y aumentando las dosis de Pregabalina, he tenido que ajustarme de nuevo a la conciencia de que sigo en tratamiento (por los próximos 5años) y que no será precisamente sencillo. 

Si bien he logrado llegar lejos, ya casi un año en tres meses, después del diagnóstico, nunca es bueno dar cosas por hecho. Actualmente la radioterapia se ha escapado de mis manos por que se avecinan más estudios, y todos los que han pasado por estudios periódicos para saber si el cáncer ha avanzado o aparecen nuevos, saben el miedo que se siente. Es como volver a la salida en el tablero, comenzar de nuevo el "viacrucis" de citas, ultrasonidos, biopsias, resultados....

Yo me he sentido valiente muchas veces en este proceso, y acaso será mi estado más notorio, pero por dentro, muchas veces muero de miedo, y quisiera que alguien me dijera "lo entiendo, también me da miedo perderte, pero vivamos éste dia como si fuera el último" y resulta que yo misma me lo digo como un mantra cada tres horas, aunque ello implica que muchas veces los fantasmas de la culpa me persiguen, por que no hago esos dias los mejores, sino que peleo con mi esposo, regaño a mis hijos, reniego de la vida, me siento aburrida, incluso a veces solo ruego que todo termine sin necesidad de hacerme pasar por la agonía.

Pero es que las personas somos miedosas, es bueno, es lo que nos mantiene vivos ochenta años, yo me he sentido que no le temo a nada, durante semanas, y es la mayor sensación de libertad que he probado en mi vida, sentir que no importa que venga lo enfrentaré, con espada desenvainada, con la disposición de acabar con lo que se interponga entre mis sueños y metas, y es una delicia, ese éxtasis de valor, ese derrroche químico que hace que mi cerebro consiga lo que quiera, como el haber conseguido conducir, que era algo que no hacía desde hace 9 años, que me permite cursar una licencatura en medio de quimioterapias, que le dice a mi cuerpo que si puede tener una vida cuasi normal, más, como dije al inicio, todo lo que sube tiene que bajar, la revolución de hormonas a la que me enfrenta el letrozol, no tardó en hacer efecto y la sombra de la tristeza, la depresión, a veces las veo asomarse entre mi nuevo mundo luminoso, muchos dias me siento incomprendida, sola, olvidada, como si todos a mi alrededor se negaran a verme como realmente estoy, yo misma me he sorprendida mirando al espejo a una calva hinchada, desconocida para mi, en la que no veo más que muerte en sus ojos, y por supuesto me niego a aceptar que esa soy yo, no coincide mi alma con lo que veo ni con el desorden fisiológico que ocurre dentro de esa masa informe que me ha quedado de cuerpo. 

A veces no queda mas que acordar con la vida la crueldad que llega, tararear la canción que nos tocó, y en medio de todo encontrar nuestra voz, nuestro propio valor, enfrentar con valentía la transformación, por que siempre tenemos opción, esa no nos la quita ni el cáncer, la desición de cómo enfrentamos las tragedias de la vida y la muerte, y yo a pesar de todo, de todo los sentires que a veces parecen acabarme,sigo optando por levantarme, por respirar profundo, y mimetizarme en esa Isela que algún día se sintió libre. Y así de a poco, logro serla de nuevo. Un rato cada día. 

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