Therapeuthings

 He comenzado en mi vida ya varios procesos terapeúticos, hablando de salud mental, en que algunos han sido exitosos y los he concluído y otros en que hemos fracasado, o terapeuta o yo. 

Cuando supe de mi diagnóstico comprendí de inmediato, que aparte de los especialistas médicos lo que más necesitaba en el momento era el acompañamiento terapéutico profesional. 

Ya de por si estaba en medio de una depresión de años que no habia podido ¨remediar¨, ya fuera por el hipotiroidismo (que si tenía su buena responsabilidad en mi disregulación emocional y mental), por mis traumas, trastornos y demás, enfrentar al monstruo que parecía en ese momento el cáncer me hizo pensar en primer lugar buscar de modo urgente terapia psicológica.

Y asi fue, la universidad en que estudio cuenta con un programa gratuito de asistencia psicológica, sin embargo fue un asunto engorroso, parte por la tecnología, la pandemia y quizá cuestiones administrativas que me vi a la deriva sin poder dar seguimiento a mis sesiones. 

Afortunadamente me había acercado, de modo digital inicialmente a una asociación que me ha proveído de un sinfin de ayuda, tanto para resolverme dudas, me donaron turbantes, manuales, y sobre todo un tomar de la mano y decirme ¨sabemos como te sientes¨ y "todos nosotros somos sobrevivientes", "ten esperanza". Y me pasaron los datos de una terapeuta que asiste de manera remota y que ha sido un bálsamo completo para mi alma y mi mente. De verdad que yo con quien sea que hable de lo que sea siempre digo ¨ve a terapia, que vaya a terapia¨por que conozco los beneficios de darle tiempo al espíritu y la mente al desahogarse, encontrar los puntos en que nuestra salud mental está siendo afectada y como podemos sanar, reconsiderar y observar nuestra conducta, no por nada estudio psicología. 

El saber que puedo hablar con alguien neutral, profesional, de todo esto que escribo en el blog y más, todo aquello con que lidio y que difícilmente soy capaz de confesar o confiar a mi familia, ya sea por que no quiero cargarlos con más miedos, tristezas o por el simple hecho de que quiza no comprendan por que me siento como me siento, el contar con una hora en mi semana en que vacío mi costal, es para mi invaluable, me ayuda enormemente, por que sé que ya el tomarme ese tiempo es un paso más a la recuperación de mi salud, además de todo lo que conlleva una terapia, que debo decir no es sencillo. Me enfrento a mi misma todo el tiempo, a mi ¨vicio´de sobreanalizar, repensar, rumiar, ser trágica, adelantarme a los hechos y pensamientos de los demás. pero el hacerlos evidentes me ayuda a digerir mejor mis propios miedos y convertirlos en pensamientos más razonables y positivos.

Hay muchas otras cosas que me resultan terapéuticas, por ahi mencioné ya que la escritura, la lectura, los juegos más simples que mantienen mi cerebro funcionando, que estimulan mi capacidad de retención, de memoria, de aprender cosas nuevas. La música es esencial (dejaré un playlist que me está ayudando a ponerme positiva cuando estoy en los momentos más negros), cuando puedo también recurro al cine en plataformas digitales, y planear, visualizar el futuro, tener proyectos, tratar de seguir mi vida normal, tener metas a corto plazo, querer aprender cosas nuevas, seguir en la escuela, todo ello me ha ayudado y me ha resultado terapéutico.

También lo está siendo incorporar el pensamiento de la muerte a mi vida diaria, ya no como un pesar, sino como una realidad, que ciertamente todos vamos a morir, lo sabemos, pero desconocemos cuando, y el tener cáncer no es sentencia ni tampoco es que vaya a morir mañana a consecuencia de la enfermedad, pero ciertamente si la hace más palpable y real. 

Por ello comencé de a poco a incorporar ese pensamiento, y como muchos, quisiera adoptar el "vive cada dia como si fuera el último", pero personalmente me resultó agotador e imposible por que no tengo el dinero necesario para vivir asi, definitivamente necesitaria grandes ingresos para ello, porque de saber que moriré mañana me gustaría dejar a mis hijos protegidos económicamente, una enorme pensión de viudo a mi esposo, viajaría, degustaría manjares, y trataría de experimentar cosas que no he podido simplemente por que no tengo el capital para hacerlo. 

Entonces, esa filosofía quizá la llevo a cabo en cosas más pequeñas. Tratando principalmente de sobrevivir, de ver más como mis hijos crecen, de que sepan que los amo, de demostrarles mi amor en los ratos que tengo la energía y lucidez para hacerlo, de fijarme en los pequeños momentos que el dia nos regala en que podemos ser felices. Haciendo las cosas normales, acercándome a quienes quiero, dándoles mi atención y amor.Y esto ha sido gracias a una práctica nacida en terapia, del ¨frasco de la felicidad¨, en que diariamente en una breve frase o palabra anoto algo que me haya dado felicidad en el dia, a veces no me siento precisamente feliz, pero si agradecida, cada dia siento gratitud por algo, asi que cada dia meto un papelito ahi, y verlo llenarse es un modo palpable de saber que soy afortunada, que sigo viva y tengo mucho por lo que seguir adelante.  

También retomé la escritura de un recetario para mis hijos, y hace poco encontré un libro cuya dinámica está enfocada en redactar las memorias para terminar medio escribiendo una autobiografía, que originalmente está destinado a un padre para que la deje a sus hijos, más un poco de creatividad me permitió adaptarla a mi. 

Todo esto me ha permitido incorporar la finitud de la vida no como algo precisamente negativo, sino como el reconocer que mi vida no iba bien, no estaba siendo consciente de lo mucho que ya tenía y estaba anhelando, como a todos nos pasa, algo más, ser alguien más, tener más, modificar nuestra situación en la persecusión de la felicidad y, la mayoría de las veces, está en nuestras narices, pero no somos lo suficientemente conscientes de ello, pues del modo que vivimos constantemente somos bombardeados con la idea de que siempre se puede tener y ser más, sin comprender bien a bien si es eso lo mejor a lo que podemos aspirar, en lo personal, creo que muchas veces tenemos todo, y nuestras enfermedades, ya sean mentales, del espíritu o del cuerpo, nos impiden ver lo afortunados que somos al estar vivos. Claro que entiendo que muchos viven en situaciones complemente desafortunadas, no me ciego, ni romantizo el vivir por vivir, yo misma sé que ni siquiera mis infortunios son mayores que los de los demás, sin embargo si sé que muchas veces la depresión me cegaba y negaba la oportunidad de ver lo mucho que ya tenía para disfrutar con la presencia de mi familia y mi vida tal como es. 


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