Stages.

 Casi todos los escritos anteriores van cargados de optimismo. Pero tengo un par de semanas no tan optimista. Primero por que el dolor y las limitaciones de la cirugía se hicieron presentes y por que hace casi una semana supe que el estadio de mi cáncer es 3/4. Creo que ha sido más duro que el mismo diagnóstico pero pronto me di cuenta que las fatalidades o malas noticias no van a dejar de sucederse sólo por que ya me hayan pasado muchas en la vida. No puedo abandonarme a la decepción, el miedo o la tristeza, nada de eso combate la enfermedad, mas debo darme el tiempo para procesarlo. 

Aunado a ello mi terapeuta se esfumó. No sé si sea práctica común en la psicología o debiera yo insistirle mucho, pero simplemente no me respondió mensajes ni agendó citas. No quise ahondar demasiado en sus motivos por que imaginar escenarios hipotéticos ya no quiero que sea lo mio pues los pensamientos obsesivos han formado parte de mi vida diaria desde hace por lo menos una década, ha sido extenuante, totalmente doloroso y es una de los síntomas de la depresión que más me han calado. Y, viéndolo en retrospectiva, quiero achacárselos también al desequilibrio tiroideo, para que con mi nuevo tratamiento, pueda mentalizarme que se irán o los puedo controlar. Es una de las "decisiones" que tomé cuando procesé mi diagnóstico, luchar contra los pensamientos obsesivos. De nada me sirve pensar en mis hijos huérfanos, en mi cuerpo en el crematorio, en la fugacidad de mi presencia en el mundo, en la tristeza volátil que habrá cuando no esté. Pensé en ello un poco y me vi al borde de nuevo. Así que me decidí a no hacerlo más, o hacerlo consciente para que la reflexión sea breve.  

Ahora he tratado de no darle demasiado vuelta a las cosas, ni ahondar de más en lo que no me nutre o que lleva a un punto muerto, o sencillamente, no tiene solución o no está en mi control. Cualquiera creería que es parte de la adultez, pero yo apenas lo ando aprendiendo. 

Sin embargo, de lo que no me puedo deshacer es de la conciencia permanente de la mortalidad. Sé que tener cáncer no es garantía de que moriré de cáncer, pues aún puede pasar cualquier otra cosa antes, pero definitivamente si soy más consciente que antes de que la vida es frágil, que cada momento tiene un valor que no siempre le daba. A veces pienso que el miedo a la vida supera el miedo a la muerte. Incluso me he planteado si mi incapacidad para vivir plenamente no será la causa de ésta enfermedad. Pero de nada me serviría saber nada de eso, puesto que el reloj ya subió el volumen al tic tac y no puedo ignorar su paso. 

Ahora "escribo con el desorden de la urgencia" y trato de que los pasos que doy no me causen ningún arrepentimiento. Este ejercicio es tan agotador que éste par semanas me ha resultado complicado dejar la cama. Pero no siento que me hunda, solo es el tiempo necesario para procesar lo que viene. Para tomar bríos. Y para tomar fuerza tengo muchos recursos , uno de ellos, quizá de los más valiosos ha sido la amistad que ha brotado como manantial para mi. Tantas personas escriben y saber que me tienen en sus oraciones, en sus pensamientos, me hace sentir abrazada todo el tiempo. Con el apoyo constante para no derribarme. Mi familia han resultado un enorme sostén para mi, sentí que pude darme un "descanso" de ser quien soy, sólo para recuperarme, mientras los demás seguían llevando mi vida, es invaluable y jamás me alcanzará la gratitud para con mi familia por cuidarme, cuidar a mis hijos, a mis perros, mi casa, mi esencia, mientras yo me aseguro de no perderla. 

Esta enfermedad puede ser tragedia o fortuna. Si, fortuna, por que le abre a una los ojos de cuanto había en el mundo para tomar, para ver, para disfrutar, para vivir. Y por el tiempo que quede, vivirlo. 



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